China marca su hoja de ruta para 2026-2030: el pleno del PCCh bajo el mando de Xi Jinping define la próxima fase de desarrollo

Escrito el 21/10/2025
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Imagen de: Embajada Abierta

Del 20 al 23 de octubre de 2025, el Partido Comunista de China (PCCh) se reúne en Beijing para trazar los parámetros del XV Plan Quinquenal (2026-2030). Bajo la dirección de Xi Jinping, esta reunión clave busca responder a los desafíos internos y externos de la economía china, redefinir prioridades estratégicas y consolidar el diseño institucional que guiará el crecimiento del país en los próximos años.

 


1. ¿Qué es este plenario y cuál es su contexto?

La reunión en cuestión, el llamado cuarto pleno del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) se celebra del 20 al 23 de octubre de 2025 en Pekín, siendo el primero de gran calado tras el Congreso del partido de 2022.  Este pleno constituye una de las instancias más relevantes del calendario político chino, pues en él se prevé trazar las líneas maestras del próximo documento estratégico de cinco años (que abarcará de 2026 a 2030).

El momento elegido no es casual: China enfrenta una combinación de tensiones externas, como el aumento de la rivalidad tecnológica y comercial con los Estados Unidos, junto con desafíos internos, tales como una economía que muestra signos de ralentización del crecimiento, un mercado de consumo que no despega al ritmo deseado y una población que envejece. Además, las cinco décadas de planes quinquenales han sido un mecanismo clave para que el PCCh, como estructura de poder central, dirija la transformación económica, social y política del país. En este contexto, el pleno de octubre adquiere un carácter doble: por un lado, como definición de rumbo para los años venideros; por otro, como reafirmación del enfoque de la dirección liderada por Xi Jinping sobre la combinación de desarrollo y seguridad.


2. Principales orientaciones del próximo quinquenio

a) Innovación tecnológica y reforzamiento industrial

Un eje central del nuevo periodo es el impulso decidido a la autosuficiencia tecnológica. China aspira a reducir su vulnerabilidad frente a bloqueos externos en sectores clave, como semiconductores, inteligencia artificial o manufactura avanzada, y a dominar “la cadena de valor” en nuevas industrias emergentes. En paralelo, el plan buscará transformar el tejido industrial: se habla de “nuevas fuerzas productivas de calidad”, término oficial que alude a industrias de alto valor añadido, capacidad de innovación y menor dependencia de elementos importados. Este enfoque se alinea con la estrategia del liderazgo chino de asegurar lo que llaman la “altura estratégica” en la competición global, de modo que la industria y la tecnología dejen de estar subordinadas al exterior.


b) Reequilibrio económico: consumo interno y reforma estructural

Otro bloque de prioridades está relacionado con la reconfiguración del modelo económico. Durante años, China ha sido el “taller del mundo” con fuerte énfasis en exportaciones e inversión pesada; ahora se pretende aumentar el papel del consumo interno, ampliar la clase media y mejorar la calidad del empleo. Al mismo tiempo, el país debe hacer frente a retos estructurales: reducción de la tasa de crecimiento, caída de la natalidad, envejecimiento de la población, desequilibrios en el sector inmobiliario y altos niveles de endeudamiento local. Estos problemas requieren reformas de fondo que permitan mantener la estabilidad social y económica.


c) Desarrollo y seguridad integrados

Una característica distintiva del plan que está por venir es la fusión explícita entre la agenda de desarrollo y la de seguridad nacional. Esto implica que los impulsos económicos ya no se diseñan sólo en función del crecimiento, sino también del control de riesgos, la protección de tecnología estratégica, la estabilidad interna y la autonomía frente a amenazas externas.

Por ejemplo, la defensa de la “autosuficiencia tecnológica” no es sólo una meta económica, sino también una medida de seguridad en un entorno de rivalidad global creciente. De igual modo, la gestión de la estabilidad social, empleo, ingresos, bienestar, se convierte en parte de la “seguridad” como tal. Esta integración marca un cambio respecto a etapas anteriores en que seguridad y desarrollo estaban más separados en la planificación



Imagen de: Europa Press 

3. Cómo se preparó el plan y qué esperar en los próximos pasos

El proceso de elaboración del documento que regirá de 2026 a 2030 lleva ya tiempo en marcha: desde 2023 iniciaron los estudios preliminares, se recogieron opiniones públicas, se realizaron consultas a académicos, empresa privada y entidades locales. Según fuentes oficiales, el borrador fue presentado al pleno que tiene lugar en octubre, y la aprobación final se espera durante las sesiones legislativas del Parlamento chino, normalmente en marzo de 2026, cuando se desvele el plan completo con todos sus indicadores. Un dato relevante: es probable que no se anuncie un objetivo único de crecimiento del PIB como ha sido habitual en el pasado, lo que podría dar mayor maniobra al gobierno ante un entorno global muy cambiante. En este contexto, se espera también que el plan incluya nuevos mecanismos de monitoreo, indicadores de “calidad” (más que volumen) y un enfoque más flexible en la implementación local, lo cual refleja un cambio en la forma más que en el fondo del modelo chino.


4. Implicaciones para China y para el escenario internacional

Para China, el nuevo plan representa una fase de consolidación más que de expansión veloz: se trata de maximizar la calidad del crecimiento, afianzar la autosuficiencia, modernizar la estructura económica y asegurar un nivel de estabilidad lo suficientemente robusto para afrontar los próximos años. En el escenario internacional, el plan tiene consecuencias claras: una China que apuesta por su propia innovación, que reduce su dependencia externa, que estructura su producción industrial con vistas geopolíticas y que, por tanto, puede cambiar las reglas del juego en cadenas globales de suministro, tecnología y geopolítica. Igualmente, su orientación hacia el consumo interno implica que los mercados externos, tradicionales compradores de manufacturas chinas, podrían ver menos crecimiento en importaciones, o una transformación en lo que China demanda al mundo. Además, la integración entre desarrollo y seguridad anuncia una China más conectora entre sus políticas domésticas y su proyección global.

En paralelo a estas orientaciones estratégicas, China ha activado una medida de impacto vinculada al conflicto arancelario con Estados Unidos: ha anunciado restricciones más estrictas sobre la exportación de minerales de tierras raras, materias primas clave para la industria tecnológica y de defensa estadounidense. Según datos recientes, China concentra aproximadamente el 69 % de la producción mundial de tierras raras de mineral bruto. En cuanto al procesamiento, un eslabón crítico que transforma el mineral bruto en compuestos utilizables, China controla casi el 90 % de la capacidad global. Estas nuevas regulaciones establecen que se requerirán licencias para exportar productos que contengan incluso trazas de tierras raras chinas, y serán examinados de forma precisa para su posible uso militar o de alta tecnología.



CONCLUSIÓN

La reunión del PCCh encabezada por Xi Jinping marca el inicio de un nuevo ciclo estratégico para China. El XV Plan Quinquenal (2026-2030) será el instrumento mediante el cual Beijing intentará articular desarrollo, innovación, seguridad y bienestar social en un mundo complicado. Aunque aún no conocemos todos los detalles de su contenido, las pistas conocidas indican que la China de los próximos años buscará consolidar sus avances tecnológicos, equilibrar su modelo económico y asegurar su posición en el tablero global. Ante una combinación de retos internos y externos, el país se propone un camino de transformación profunda con un diseño más orientado a la calidad que al crecimiento expansivo.

 

 

Firmado por: Danil Sayah Estrada